Los estragos de la crisis a causa del covid 19 aún continúan afectando la economía de todo el mundo y con la inminente amenaza de una segunda ola de contagios, los restauranteros se enfrentan a un posible cierre de establecimientos lo que llevaría a la caída financiera y cierre permanente de muchos.
A pesar de que en el puerto de Acapulco anunciaron semáforo “amarillo” durante las vacaciones decembrinas como una medida de recuperación económica, la industria restaurantera reportó ventas 40% menores comparadas con el año anterior, lo cual ha dado como resultado un inicio de año lento y con la preocupación de volver a un semáforo rojo, en el caso de que los contagios sigan aumentando.
El vocero del colectivo restaurantero Aislados Pero Unidos, Enrique Castro Soto, expresó que de llegar al cierre de negocios por segunda ocasión, será imposible volver a reabrir las puertas, debido al excesivo pago de impuestos, rentas atrasadas y nóminas acumuladas.
El gobierno municipal y estatal enfrentan un reto enorme para evitar un freno en la economía de la industria restaurantera de Acapulco. Por un lado, la exigencia de cumplir con los protocolos de higiene por parte del sector, con arduas supervisiones por parte de las dependencias municipales, pero por otro lado, la economía y falta de empleo ha generado la proliferación de negocios de comida informales, lo que deja a los restauranteros en una desventaja enorme y con más retos para sobrevivir a la situación actual.
Ciudades como Puebla y CDMX han tomado las calles haciendo sonar cacerolas y utensilios de cocina con la finalidad de protestar de manera pacífica por las restricciones del gobierno local, lo mismo ocurre en otras partes del mundo en donde la industria restaurantera representa una de las principales fuentes de empleo y derrama económica.

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