En varios estados del norte y del Bajío de México, existe una tradición gastronómica que ha pasado de generación en generación: el caldo de rata de campo. A pesar de que la rata se ha visto como una plaga, en estas regiones se valora como un animal nutritivo y con propiedades curativas.
Para la preparación del caldo, se utiliza específicamente la rata de campo o cambalachera mexicana, que se alimenta de hierbas y es rica en vitaminas y minerales. A diferencia de las ratas callejeras, las de campo tienen un pelaje suave y tonos grises claros con pecho blanco, y viven cerca de madrigueras de nopal y magueyes.
En la cocina zacatecana, por ejemplo, el caldo se prepara con jitomate, zanahoria, chayote, cebolla, ajo y cilantro, y se agrega la rata a cocer en una olla con agua. En otras regiones, se suele guisar con diferentes verduras y acompañamientos como chile serrano, arroz y elote. Incluso, algunas personas prefieren asar la rata y comerla con un poco de sal.
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En los últimos años, el Festival del Caldo de Rata ha tomado lugar en Fresnillo, Zacatecas, para desmitificar las creencias sobre esta receta y promoverla como un platillo exótico y de valor cultural.
A pesar de su peculiaridad, el caldo de rata es valorado por su alto valor nutricional, ya que contiene minerales como cobre y zinc, así como altas cantidades de fósforo, potasio e hierro. También se ha utilizado como parte del tratamiento de algunas personas con anemia, cáncer y enfermedades respiratorias, ya que se cree que refuerza el sistema inmunológico.
Aunque para algunos el sabor puede resultar un poco sorprendente, muchas personas comparan el sabor de la rata de campo con el pollo o el conejo, con un ligero toque de hierbas. Incluso, algunos youtubers y bloggers han probado este platillo y han afirmado que sabe muy bien.
Así, el caldo de rata de campo se mantiene como una tradición culinaria mexicana que ha pasado de generación en generación, valorada por su sabor, valor cultural y nutricional.