Alguna vez leí que las cosas que se hacen amor, dedicación y constancia, los sueños que en algún momento eran solo ideas se ven materializados en grandes satisfacciones y alegrías; La Casa de la Pasta es una de estas materializaciones que además de traer alegría a quienes se encuentran detrás de ella, comparten con sus comensales parte de este amor en cada platillo que confeccionan.
La Casa de la Pasta se encuentra ubicada en pleno boulevard de las Naciones, muy cerca del fraccionamiento Olinalá Princesa. En este pequeño lugar, se esconden grandes recetas que cuentan historias y enamoran los sentidos, primero la vista y después el gusto y el olfato.
Durante doce años, La Casa de la Pasta ha ofrecido al público una gran variedad de platillos que han sido creación de sus propietarios, mismos que hicieron de este lugar un sueño vuelto realidad, que nació a partir de una historia de amor que aún sigue viva y se alimenta conforme pasa el tiempo; Ricardo y Eugenia han hecho del restaurante un lugar íntimo, personalizado y en donde lo que importa es que los sentidos puedan ser acariciados: a través de un buen servicio, comida fresca y de calidad, así como de un ambiente relajado, familiar y romántico.

Durante mi visita a La Casa de la Pasta pude notar de primera instancia el servicio al cliente, proporcionado por los encargados de satisfacción al comensal —como se le llama aquí a todos los colaboradores que tienen como responsabilidad la atención al cliente—, pues fueron muy cordiales y serviciales desde mi llegada hasta el momento en el que me retiré del lugar.
Se puede elegir entre el salón o la terraza, pero en cualquiera de los dos lugares, el entorno del restaurante propicia un espacio es envolvente e íntimo, el cual augura una estancia agradable y una experiencia que te invita a querer vivirla nuevamente.
A mi mesa fue colocado pan recién hecho en la casa, fresco y muy suave, que puede degustarse mientras uno escoge en el menú el platillo de preferencia o también mientras se espera a que la comida salga de la cocina. A disposición de cada mesa se encuentra vinagre balsámico y aceite de olivo para poder degustar el pan.

Para acompañar al pan y esperar a nuestro primer platillo, fue traída a mi mesa el agua de la casa, la cual consta de una preparación especial de La Casa de la Pasta en donde los ingredientes principales que pude identificar fue el limón (pero con los matices más acercados al limón amarillo) y la hierbabuena.
El primer platillo que llegó a la mesa y el cual abrió el apetito para los siguientes fue la Ensalada de la Casa. Esta ensalada consta de tomates deshidratados, tocino horneado, un ligero toque de queso azul, lonchas finas de queso parmesano, un poco de queso de cabra y un aderezo especial preparado por la casa.
Lo primero que identifiqué en esta ensalada fue la combinación perfecta entre sabores y texturas que hacían a esta ensalada muy única; sabores frescos, caseosos, ligeramente amargos, ácidos y umámicos por el aderezo, mezclados con los crunchy de los crutones y las lechugas, así como la suavidad de los quesos, hicieron que esta ensalada se convirtiera en una experiencia que se podía disfrutar desde el primer bocado, hasta que el encargado de satisfacción retirara el plato.

Algo que puedo destacar de esta ensalada es que, para todos aquellos que aún le huyen un poco al queso de cabra porque es la primera vez probándolo o porque les causa algún malestar fisico, la combinación y los insumos utilizados para la confección de este platillo son tan nobles que no genera ningún malestar, además de que puede convertirse perfectamente en una primera experiencia satisfactoria con quesos más fuertes.
Nuestro segundo platillo fue una de las pizzas del restaurante, las cuales se encuentran divididas entre las clásicas, las especiales y las del mar; en esta ocasión elegimos las especiales, de la cual llamó mi atención la Eugenio. Esta pizza consta de camarones, aceitunas negras y verdes, champiñones y pepperoni.
Puedo decir que la base de esta pizza era increíblemente deliciosa y excelente, ya que su pan era lo suficientemente delgado para permitir dar mayor protagonismo a los demás ingredientes que tenía encima, además de que estaba ligeramente crocante, proporcionando una textura más a esta increíble pizza.

El queso con el que estaba acompañada es de reconocer, pues tenía una consistencia firme, pero a la hora de probarlo en el primer bocado, se podía sentir la suavidad en la boca; no tenía rastros de ser grasoso y, algo que me fascinó fue que, a pesar de tener ingredientes con sabores muy potentes como las aceitunas o los mismos camarones, el sabor del queso se podía percibir sin mayor esfuerzo.
A opinión personal esta ha sido una de las pizzas más deliciosas que he comido en mi experiencia, ya que no solo la composición total y la fusión de sabores que se puede percibir al ingerirla es algo maravilloso, sino también que el hecho de degustarla se puede fácilmente identificar cada uno de los ingredientes, permitiendo conocerlos por separado y a la vez en conjunción. Esta pizza recomiendo maridarla con un buen vino tinto de la casa, el cual hará que estos sabores se puedan decodificar con mayor delicadeza y proporcionar una experiencia única.
Después de la pizza, me fue presentada a la mesa una pasta, un tagliatelle con tinta de calamar al aglio olio y mejillones. Este platillo es llamativo desde que se coloca en la mesa, debido a que su característico color negro no puede pasar desapercibido en ningún momento; esta se sirve con queso parmesano fresco y recién rallado.

La consistencia de esta pasta era firme, al dente. La tinta de calamar y los mejillones, además de proporcionarle un color elegante y sobrio, daban un toque muy marino, profundo y balanceado con maestría. Los matices de texturas y sabores se hacían presentes al encontrar la combinación de mejillones y queso de cabra, que si bien ambos tienen sabores muy contrastantes, juntos eran placenteros y muy palatables.
Aunque esta pasta no se encuentre literalmente en el menú, pues es una combinación a elección de los clientes, entre tipo de pasta y salsas, puedes pedirla a los encargados de satisfacción al comensal como “la pasta que sirvieron a Menú Acapulco” o también tagliatelle con tinta de calamar al aglio olio y mejillones, de lo cual estamos seguros que te servirán exactamente la pasta que se probó en mi visita. Mi recomendación es poder maridar esta pasta con un vino blanco, pues los mejillones y el vino blanco se van de maravilla, además de que combina a la perfección con el sabor marino de la totalidad de la pasta.
Para cerrar, tuve dos postres que me cautivaron. El primero era un Sofiato d’Cioccolato, el cual me recordó mucho al ya conocido volcán de chocolate, ya que a la hora de partirlo y comenzar a comerlo, el chocolate que tiene en su interior se derrama. Acompañado de este, estaba servido un poco de helado con toques de café, para dar contraste al sabor del chocolate y también para generar una combinación de temperaturas entre ambos sabores.

Por otro lado, tuve al Tiramisundae, en donde se combinaron dos postres tradicionales para resultar en uno nuevo: el tiramisú y el sundae. Este postre es ideal para tardes calurosas o para degustarlo en la terraza con el clima acapulqueño. Estaba compuesto por helado, chocolate, galletas savoiardi mojadas ligeramente en licor de café y adornado con crema batida y cereza; puedo decir que este fue mi postre favorito.
La Casa de la Pasta me ha dejado con una gran satisfacción y con unas ganas inmensas de regresar, para vivir nuevamente la experiencia de ser un comensal de tan amable lugar y para probar las delicias que solo ellos saben confeccionar.
En mi primer visita pude constatar del ambiente tan ameno que se puede percibir, que además de ser el pan recién horneado que se huele desde que llegas a este lugar, son las grandes satisfacciones que La Casa de la Pasta ha dejado a Ricardo y Eugenia, quienes disfrutan junto con sus comensales una pasión que los ha unido todos estos años: el amor a la comida, un amor que es perceptible en cada detalle del restaurante.
Sus recién cumplidos doce años de operación —el 1 de mayo— en el mercado acapulqueño les respaldan y no por nada su pared principal se encuentra repleta de reconocimientos por parte de empresas internacionales de renombre dedicadas a las reseñas y la medición de satisfacción de usuarios.
Pero también es de reconocer que este sueño no se podría lograr sin un equipo que es experto en la hospitalidad, pues el servicio al cliente excelente es otro de los emblemas que caracteriza a La Casa de la Pasta; un servicio único, inigualable y que recrea una sensación de ser algo más que un cliente, algo así como un invitado muy especial.
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Tengo la enorme fortuna de conocer este restaurant desde que inició, comparto paso a paso la reseña publicada, para mi y mi familia sería imposible estar en Acapulco y no cenar en La Casa de la Pasta!
Agradezco siempre a su dueño, Ricardo Villa haberme brindado su amistad!
Por mucho el mejor restaurante de comida italiana!!!!!