México es un país que a lo largo de su historia moderna ha acogido a personas de diferentes nacionalidades en su territorio, abriendo sus brazos de hermandad y hospitalidad, y entregando a estos un nuevo hogar donde habitar, desarrollarse y compartir experiencias y tradición. Entre estas podemos reconocer la gran oleada de migrantes libaneses que llegaron a México a finales del siglo XIX a consecuencia de las diferentes guerras que suscitaron en sus tierras y al resquebrajamiento del Imperio Otomano que dominaba las montañas libanesas.
Hasta finales de la primera década del siglo XX la ley migratoria mexicana no imponía grandes restricciones a la entrada de extranjeros, e incluso promovía su internación al país; por lo tanto, muchos migrantes se vieron favorecidos por la situación, y sumado a ello, la promoción de la inversión extranjera en el país que derivó en un desarrollo y prosperidad económica en la época de la dictadura de Porfirio Díaz, resultó ser muy atractiva a la vista de los libaneses. Junto a ellos en el largo peregrinar por un mejor futuro en el pasado, trajeron consigo a México sus costumbres y tradiciones que han mantenido vivas hasta el día de hoy, entre las más reconocidas: su comida.
La gastronomía libanesa es una de las cocinas más representativas en el ámbito culinario, caracterizada por su frescura y por preparar una cantidad impresionante de platillos con los mismos ingredientes, pero cocinados de manera diferente. A consecuencia de las invasiones sufridas por parte de diferentes culturas (el Imperio Otomano y Francia) y la gran influencia cultural que dejaron enraizada en el Líbano (pues recordemos que la comida es un elemento cultural en la sociedad), la cocina libanesa se ha levantado y brillado por entre las cocinas árabes, pues su sencilla complejidad y su manera saludable de preparar los alimentos, han logrado encontrar el balance perfecto entre lo mediterráneo y lo árabe, misma que trajeron a territorios mexicanos y combinaron con elementos nativos para no olvidar su patria y sus raíces. Y han sabido cruzar sus fronteras hasta el punto de estar presente en casi todo el mundo; no por nada son reconocidos como la perla de la cocina árabe.
En esta cocina se hace uso de abundantes leguminosas, múltiples verduras y frutas frescas, carnes magras y condimentos exquisitos. En los sabores obsequiados por el Líbano, podemos hacer énfasis en el aceite de oliva, que es el elemento central y protagonista en la cocina libanesa, así como la base de muchos platillos, tal como es el hummus, el tahini y el tabulé. Dentro de las proteínas utilizadas, es muy común encontrar la carne de cordero, aunque también se han sumado a esta las de pollo, res y pescado.
Dentro de las especialidades indispensables a probar en la comida libanesa se encuentra la Dolma (hojas de parra rellenas), el Baba Ganush (una pasta similar al Hummus, pero elaborado a base de berenjena), el Faláfel (croqueta de garbanzos)y el Kibbeh (albóndiga de carne de cordero picada, bulgur y especias), quien además es considerado el plato nacional del Líbano.
Más allá de sus ingredientes de la gastronomía libanesa, lo saludable que es y la forma de prepararse, también es asimilada a la hospitalidad, la abundancia y a la ruptura del individualismo, pues una costumbre enraizada es el colocar la comida al centro de la mesa y comer todos de ahí.
Si te encuentras interesado en tener una verdadera experiencia con la comida libanesa en Acapulco, el restaurante 📍Hayes ubicado en el interior de La Isla Shopping Village, te proporcionará un menú amplio y delicioso dispuesto a trasladarte de un solo bocado hasta Beirut y toda la región del Monte Líbano.