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La moda y la comida, dos aliados que inspiran

La comida, además de ser un elemento indispensable en nuestra vida como seres humanos con necesidades primitivas, ha logrado trascender a un nivel en el que se ha convertido en un referente y una inspiración, una contraposición a lo que normalmente está asociada, que es el colocarse sobre una superficie en espera de ser degustada y transmitir sensaciones por medio de componentes.

Miles de artistas y diseñadores han utilizado a la comida como una fuente de donde surgen las ideas de su éxito total y su consagración, y de ello tenemos registro desde los bodegones, que si bien su origen se remonta a las primeras civilizaciones antiguas como lo fueron Egipto o Grecia, su popularidad la logró en el siglo XVII para preparar técnicamente como maestros en paisajismo o retratos. En ellos se representaron principalmente utensilios de cocina, recipientes, vasos, vasijas, frutas, comida u otro objeto natural o elaborado por personas bajo iluminaciones tenues y contextos sombríos.

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Mesa con mantel, salero, taza dorada, pastel, jarra, plato de porcelana con aceitunas y aves asadas. Clara Peeters (2611)

En una época más contemporánea, podemos encontrar también en el diseño, específicamente en el de moda, un gran número de referencias a la comida, tal es el caso de Elsa Schiaparelli, que en colaboración con Salvador Dalí, crearon el icónico Vestido Langosta, el cual estaba compuesto por un vestido de noche de seda blanca con una enorme langosta pintada por el artista sobre la falda. Quizá Elsa Schiaparelli pueda considerarse la diseñadora pionera inspirada por la comida que plasma en su trabajo dichas referencias.

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Vestido Langosta de Elsa Schiparelli.

Las interrelaciones que resultan más interesantes entre el ámbito de la moda y de la comida, ahondan en la filosofía de ampliar el gusto, tanto literal como metafóricamente, a algo más allá de simples prendas de ropa que podemos utilizar, a una inmersión completa en el estilo de vida alimentario y de la moda. Tal es el caso de Anna Marconi y su proyecto Taste of the Runway, quien desde 2013 realiza comparaciones de las propuestas y diseños presentados por las casas de moda (en especial las italianas) en cada temporada, con imágenes de comida y bebidas, junto con recetas para llevarlas a cabo. Resulta una propuesta curiosa e innovadora, en la cual delata la cercana referencia que existe entre la comida, el diseño de modas y el arte, y el cómo los colores y formas de los platillos son parte de nuestra vida diaria, algo más que un producto para ingerir, una inspiración que nos mueve a imaginar y crear.

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Tomando esta yuxtaposición del diseño y el arte culinario, podemos decir que tanto la moda como la comida comparten el meticuloso proceso de creación, en el cual en ambos, deben seleccionarse de manera cuidadosa cada uno de sus componentes, de la mejor calidad, de los colores más brillantes, de manera que pueda lograrse como resultado final una prenda/platillo que se encuentre en armonía con cada uno de sus elementos, texturas y policromía.

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De manera más explícita, firmas de moda como Dolce & Gabbana, han tenido muy presentes estos referentes para ser utilizados dentro de las colecciones que se presentan cada temporada. Recordamos su colección ready-to-wear Primavera – Verano 2018, en donde retomó imágenes tales como las galletas danesas, los chícharos, rábanos, zanahorias, coles y naranjas para crear patrones en las telas de sus vestidos.

Spring 2018 Ready-to-wear Dolce & Gabbana. Photo by: Yannis Vlamos / Indigital.tv

Hasta el día de hoy, la moda y la comida son aliados muy cercanos y logran inspirarse mutuamente para lograr conjuntos muy innovadores y curiosos que transforman un simple desfile en todo un performance artístico. Ejemplo de ello tenemos a Molly Goddard quien en su colección Otoño – Invierno 2017/2018, invitó a las modelos a compartir la mesa, merendar y pasar un rato agradable como parte de su desfile de modas, o en la temporada Otoño – Invierno 2018, en donde el escenario se volvió una enorme cocina industrial en donde las protagonistas del desfile hicieron uso de los objetos y los manipularon como si se tratase de una de sus actividades. Así también el inolvidable escenario que utilizó Channel para su colección Otoño – Invierno 2014/2015 en donde el Gran Palacio de París se abarrotó de comida, bebidas y dulces para volverlo un supermercado de ultra lujo y glamour en donde, como parte del show, las modelos tomaban los productos que ellas quisieran para simular la adquisición de los mismos.

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