En todo México, el día 6 de enero muchos niños se despiertan llenos de emoción para buscar los regalos les dejaron los Reyes magos debajo de la cama.
Todo esto tiene una estrecha relación con la historia de los tres reyes magos que visitaron al niño Jesús el día de su nacimiento y viajaron hasta Belén para ofrecerle tres regalos: Oro, Incienso y mirra.
La celebración del seis de enero se remonta a los primeros años de la evangelización en el Nuevo Mundo y sigue vigente hasta nuestros días. Según la tradición mexicana, son ellos quienes traen regalos a los niños, así que desde el 5 de enero, todos los pequeños preparan sus cartas a los reyes magos para despertar emocionados al día siguiente buscando debajo de sus camas juguetes, dulces y respuesta a sus peticiones.
Ésta tradición continúa por la tarde, cuando familiares y amigos se reúnen para compartir juntos la Rosca de Reyes, un dulce pan horneado y decorado con fruta cristalizada, higo y ate.
La rosca representa una corona, las frutas representan sus joyas y los muñequitos escondidos al interior, simulan al niño Jesús que fue escondido y protegido de Herodes en los días del relato bíblico.
Como dato adicional: San Mateo es el único evangelista que menciona a los Reyes Magos, aunque no dice que fueran reyes, sino magos. Hasta el siglo IV no se estableció en tres el número de los reyes magos. Por la misma época se decidió que uno de ellos fuese negro e incluso después del descubrimiento de América, en el siglo XV, se representó en ocasiones a Baltazar como un jefe indio. En el siglo IX se les designó por primera vez con sus nombres actuales y en lo que se refiere a la estrella que les guió, se hicieron conjeturas sobre una triple conjunción de los planetas Júpiter y Saturno a su paso por Piscis. La tradición afirma que esa gran estrella roja, una vez su cometido providencial, estalló como una flor de luz, que sus trozos se esparcieron por todo el mundo y que esos fragmentos se convirtieron en rubíes.
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