Fotografía por: Daniela Ortíz
El pasado 5 de julio se inauguró la segunda edición del Thai Food Festival por Banyan Tree Cabo Marqués, que tiene la finalidad de poder ofrecernos un enlace cultural y fraternal entre México y Tailandia por medio eventos y actividades agendadas en tres días consecutivos, del 5 al 7 de julio, en donde la comida es la estrella principal del festival.
Con muchas expectativas y con una incertidumbre muy placentera, arribamos a las instalaciones de Banyan Tree Cabo Marqués para vivir la experiencia “Una Noche en Bangkok”, la primer actividad del festival. Desde la entrada, la majestuosidad del Santuario para los Sentidos puede ser percibida, al igual que la peculiar hospitalidad que caracteriza a este resort. En la recepción, un mesero ofrecía a cada visitante una bebida de cortesía, que era una infusión helada de té limón con jengibre y miel, misma que combinada con la brisa marina del Océano Pacífico resultaban en una sensación completamente refrescante y revitalizadora; cabe mencionar que a diferencia de la pasada emisión del Thai Food Festival, en esta ocasión la presentación de las bebidas de bienvenida fueron sustituidas de las representativas bolsitas de plástico con popotes ecológicos a vasos de cristal.
Los ventarrones teñidos con una mezcla deliciosa y seductora de olores entre carnes asadas, mariscos y frutas nos invitaron a sumergimos a la fiesta.
Para dar la bienvenida y amenizar la recepción de los visitantes, aparecieron sigilosamente dos bailarinas que, con delicados movimientos de manos y pies al ritmo de la música y un parasol en sus manos, interpretaron la danza Fon Rom, una danza proveniente del norte de Tailandia, la cual es escenificada para celebrar el fin de los días de trabajo, representar la riqueza cultural de esta zona del país asiático y, de la misma manera, en honor al cumpleaños de la Reina de Tailandia.
Los ventarrones teñidos con una mezcla deliciosa y seductora de olores entre carnes asadas, mariscos y frutas nos invitaron a sumergimos a la fiesta. Bajando por las escaleras llegamos hasta Terraza La Nao, en donde nuestras manos fueron lavadas con agua infusionada con esencias naturales como parte de un ritual tailandés que simboliza la hospitalidad.
Una vez en la terraza, llamó nuestra atención el simbolismo inmerso en la ambientación que fue realizada por parte de Greta Eventos, quien nos otorgó un breve repaso a la historia del arte tailandés con cada elemento decorativo utilizado para construir la ambientación. La forma puntiaguda de las pequeñas carpas en cada mesa, nos recordó mucho a la arquitectura establecida en el periodo Ayutthaya en el siglo XIV, en donde la estructura superior de los edificios y palacios fue adaptada a ser un cono muy elevado y estrecho, que con el tiempo fue estilizado como una punta de flecha, misma que sigue presente hasta nuestros días. Dentro de los elementos destacaban los faroles puntiagudos que servían para iluminar con luz cálida a las mesas de la terraza, así como las lámparas con formas de gotas hechas con chaquiras y adornadas con flores siemprevivas de múltiples colores que se colocaron como centro de mesa; sin duda alguna, la belleza sobria y elegante de la ambientación le dio un toque muy especial y simbólico al evento.
Con el ocaso tiñéndose en el occidente, el sonido de las palmeras agitadas por el aire y las cigarras mezcladas con la música de ambiente, los invitados comenzaron a tomar sus lugares, recorrer la terraza para buscar el mejor escaparate dónde inmortalizar el momento o esperar un turno para ponerse en manos de las ágiles terapeutas que posee el spa de Banyan Tree Cabo Marqués para recibir un masaje de hombros, cuello y espalda capaz de desvanecer cualquier malestar. También, por las mesas circularon cocteles provistos por Aperol Spritz para refrescar y preparar a los invitados a la inauguración del festival.
Cuando las mesas se encontraban ya abarrotadas, los invitados se acercaron a cada una de las 17 estaciones de alimentos para comenzar a degustar a los más de 30 platillos. El olor que emanaba cada estación era una sensación deliciosamente indescriptible. En primer lugar, se encontraba la estación de ensaladas, quien presentó cinco ensaladas disponibles de las cuales podemos destacar la ensalada de mango y camarón, la de fideos celofán con camarón y calamar y la de carne picante.
A continuación de esta, se encontraba una estación dedicada al mukimono (tallado de frutas), elaboración de jabones artesanales y mazapanes con formas de frutas. Si bien esta estación no ofrecía alimentos de manera explícita a los comensales, exhibía el complejo arte del tallado de frutas y verduras, además del proceso de elaboración de los jabones y mazapanes.
En una estación que continuaba a la dedicada al mukimono, se encontraban dos contenedores con la infusión proporcionada en la recepción, el té de limón con jengibre y miel, y junto a esta, una más de agua de crema de coco, de las cuales sería muy difícil poder elegir cuál era la mejor, pues ambas tenía un sabor exquisito, mitigaban la sed y clarificaban perfectamente al paladar. A un lado de estos contenedores, se encontraban disponibles helados de piña y coco, a los que se les podía agregar cacahuates, piña o camote.
En la siguiente estación estuvo dedicada a los rollos y dumplings, y en esta pudimos degustar nuevamente los rollos de hierbabuena bañados en salsa de tamarindo, los rollos primavera y los dumplings. En esta estación las chefs Renu Homsombat y Chitchom Chansong se encontraban concentradas elaborando alimentos que serían ofrecidos a los comensales y podemos atrevernos a decir que los dumpligs se llevaron todos los méritos, pues a pesar de ser del tamaño de un pequeño bocado, portaban en su textura y su relleno el sabor único de las calles de Bangkok. En seguida a esta estación, nos topamos con las brochetas de pollo, camarón y calamar, de las cuales sus salsas fueron los toques sumamente especiales y un secreto muy bien guardado, pues las pungencias eran muy tolerables aún para paladares delicados; una de ellas era una conexión directa a sabores familiares en nuestra vida diaria: la salsa de cacahuate, al tener un sazón muy similar al del mole mexicano
Por Menú Acapulco Por Menú Acapulco Fotografía por Daniela Ortíz.
A continuación de las bebidas refrescantes fue la estación de las sopas, en donde se pudieron degustar sopas de camarón, pescado y pollo, en donde pudo destacar la sopa Tom Yum Goong, con un sabor exquisito, crocante y con toda la esencia asiática en cada sorbo. Cabe mencionar que este año extrañamos mucho a la sopa Tom Kha Gai, quien robó nuestros corazones y nuestros estómagos en la primera edición del Thai Food Festival, y a la cual coronamos, ese entonces, como el mejor platillo de la noche.
Las últimas estaciones estuvieron ocupadas por alimentos calientes como lo son los currys verde y rojo que difundían aromas exquisitos por medio del vapor; las carnes asadas como la espaldilla de cerdo; y también guisos que incluían pescado, camarón, pollo y carnes. De estas estación, el pollo agridulce recibió nuestra ovación y reconocimiento, pues su preparación la había portadora de un sabor inigualable al de otros pollos agridulces que hemos tenido la posibilidad de degustar, así mismo la compleja salsa de pimienta, muy parecida a los adobos mexicanos por su complejidad de sabores y esencias.
Finalmente, se encontraba la estación de postres, misma que volvió a sorprendernos y atraparnos en sus sabores dulces, ácidos y perfumados. En ella se ofrecieron postres como el “arroz con leche tailandés” hecho con arroz y leche de coco, tapioca con lichi, fruta fresca, Kluay Tod (plátanos rebozados con miel y ajonjolí), crème brûlée de coco o camote con leche de coco. De estos, nuevamente el crème brûlée de coco fue uno de nuestros favoritos de la noche, sin embargo, el Kluay Tod también merece nuestro reconocimiento.
Con nubes dispersas permitiendo a la Luna nueva visible brillar de manera tenue y al mar como un bello escenario, se presentó el show que primeramente constó de dos danzas, Kinnari y Ram Manora Bucha Yan, para dar inicio a las palabras de agradecimiento del Sr. José Portocarrero, gerente general de Banyan Tree Cabo Marques, y de Su Excelencia Rommanee Kananurak, embajadora del Reino de Tailandia en México. Después de ello, se dio continuidad a la degustación de los alimentos presentados en este festival, mismos que fueron acompañados por más danzas como Rabam Tari, Kipas Yorget, para finalizar con Fon Phu Tai donde los bailarines invitaron a personas del público a bailar junto con ellos, en una comunión alegre y fraternal.
Para finalizar se llevó a cabo una espléndida rifa en donde se sortearon cenas y desayunos en los restaurantes de Banyan Tree Cabo Marqués, estancias de dos noches, tratamientos y masajes en el spa del resort y difusores de aceites esenciales.
Las actividades del festival seguirán hasta el día 7 de julio, teniendo como continuidad la clase de Cocina Tradicional Tailandesa, a cargo de las chefs Renu Homsombat y Chitchom Chansong en su bar La Vista, y la degustación Noches de Realiza en Tailandia, que consta de la degustación del exclusivo menú que el restaurante Saffron tiene para ofrecer.
La segunda edición del Thai Food Festival trajo consigo muchos recuerdos del año pasado, pero a la vez, logró superar las expectativas que teníamos sobre festival, entregándonos una vez más una experiencia inigualable. Sin lugar a dudas, Banyan Tree Cabo Marqués es un lugar en donde la hospitalidad, el servicio y las experiencias son su fuerte, algo que lo identifica y ubica por encima de todo lo existente en el puerto; es un Santuario para los Sentidos. Esperamos muy satisfechos la siguiente edición del Thai Food Festival, del cual no tenemos dudas que nuevamente nos sorprenderán con una inolvidable experiencia.