De pequeños, los dulces y postres típicos de México eran nuestro alimento del día a día. Era casi seguro que nuestros papás, pero más nuestras abuelitas, nos dieran una o más golosinas después de la hora de comida, para hacer la sobremesa y pudiéramos disfrutar un dulce momento.
Paletas, pan, pulpas y hasta cocadas, eran las que nunca faltaban entre los más populares que comíamos. Pero había uno en especial que no podíamos esperar a que esas personas importantes para nosotros nos lo obsequiaran para ser extremadamente felices; puedo asegurar que en mi caso era el “Tiling, Tiling”.
Muchos podrán identificar este dulce por su nombre común, las obleas dulces, unas obleas con un sabor especial que ningún otro postre o dulce típico de nuestro México lo tendría, pero es que para mí, al escuchar el sonido del triángulo del señor que pasaba todas las tardes por la casa de mi abuela, era un hecho que gritara eufóricamente: “Abuelita, el Tiling Tiling, ¿me lo compras?” y como era de esperarse, las abuelitas nunca te darían un no por respuesta.
Al pasar el tiempo y después de perder a mi abuela, fue sorprendente no volver a ver al señor Tiling Tiling, el cual cargaba una bolsa muy distinta a la de los demás vendedores, ya que tenía un diseño que la hacía única y muy vistosa. Incluso llegué a creer que hasta él sabía que no sería igual volver a comer sus ricas obleas sin la presencia de esa persona tan especial para mí.
Pero no fue hasta unos años atrás que lo escuché de nuevo, ese sonido tan fino que salía cuando tocaba su triángulo, el distinguido sonido del “Tiling Tiling”, el cual hizo que me levantara de mi lugar y saliera a comprar.
Y al tenerlas frente a mis manos y darles una mordida, fue como volver al pasado y ver nuevamente frente a mí al señor al cual le compraba casi todos los días, fue como volver a tener a mi abuela cerca acompañándome para comerlas y como si los años nunca hubieran pasado, porque eso es lo que te provoca la magia de la comida, los recuerdos los cuales siempre están presentes en tu memoria y detonan los momentos felices de tu vida.
Hasta la fecha, me es común ver a los señores vendiendo “Tiling Tiling “ entre los carros cuando los semáforos están en rojo. Si para ti como para mí, ese distinguido dulce u otros que llegue a estar en frente de ti, te transporta a tus recuerdos extraordinarios, detente a comprarlos y a volver a disfrutarlos como la primera vez.
“La comida siempre nos llevará a los lugares y recuerdos mágicos de nuestra historia de vida”