Hace unos días recibí la invitación para conocer una interesante iniciativa que involucra la visión, trayectoria y conocimiento de tres chefs reconocidos para realizar cenas incógnitas en distintos escenarios emblemáticos del puerto.
XOA es el nombre de esta iniciativa y es lo primero que llama la atención. Significa olla en amuzgo, un idioma que predomina en la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, estas regiones cuentan con una amplia diversidad gastronómica. Desde el municipio de Xochistlahuaca hasta San Pedro, sus platillos ofrecen una fuerte expresión de la identidad gastronómica guerrerense.
Patricio Rivero, Hermenegildo Gómez y Francisco Durazo conjugan muy bien sus talentos para mostrar una cocina mexicana contemporánea que cumple con características vanguardistas y que logra una expresión única de nuestros productos.
Para esta primera ocasión eligieron un escenario icónico y merecedor de muchas miradas internacionales: La Quebrada, que con su arquitectura natural, acompñada de la luna llena posaba sobre un montaje al aire libre, un lugar bastante atinado para lograr una verdadera experiencia culinaria.
La llegada fue amenizada con un cóctel hecho a base de mezcal de Casa Cupreata y combinado con naranja, piña, limón y granadina que refrescó la siempre cálida noche de Acapulco.
El inicio del programa ocurrió a las ocho en punto. El menú de incógnito, nadie sabía qué iba a ocurrir y en la cocina todo estaba listo para dejar salir al primer tiempo: Queso de prensa con miel de palo e infusión de lavanda acompañado de pan campesino y quelites. La miel de palo fue extraída de troncos endémicos de la región de la Costa Grande. Para el poeta Jesús Bartolo existen sonrisas de miel. Y precisamente así fue esta entrada que nos instaló desde el primer bocado, en la cocina de la abuela.
Se llevó a cabo una presentación de artesanías, mezcal y textiles hechos por manos de artesanos amuzgos que logró una expresión muy colorida de nuestra riqueza cultural.
El segundo tiempo se anunciaba: Guinatán, un término filipino que nombre a una exquisita crema hecha a base de leche coco. En esta ocasión, mezclada con chiles secos y camarones, trocitos de remolacha que al morderla, transformó el sabor de la crema en algo realmente inesperado e intenso al mismo tiempo.
En los oídos, en ese momento disfrutábamos la voz de Roisin Murphy y una versión muy lounge y seductora de Bring it back y sí, quería que trajeran de nueva cuenta esa crema que me dejó con un buen sabor de boca y lista para el plato fuerte.
Llegó un taco de dorado en barbacoa. Simplicidad y limpieza para representar la cocina de mar en nuestro estado. Servido sobre una tortilla de maíz morado y mayonesa de chapulín.
Después, llegó otro taco de mole con tuétano y flor de calabaza que le dio un toque de color al plato. El tuétano justo en medio del taco, invitando a conquistarlo, a probar su contenido, una carne suave que combinada con el mole y la flor de calabaza, logró hacerle al taco un verdadero tributo. Llegó el momento de unos medallones de pollo, cuitlacoche, queso costeño, fritura de epazote y camote amarillo.
El cierre estuvo a cargo de un mousse protagonizado por los dulce sabores de calabaza y el piloncillo de la región. Sobre él, frutos rojos que agregaban un sabor ácido preciso y contrastante. El platillo se acompañó con un caballito con caramelo de calabaza para bañarlo a discreción.
Una velada muy agradable con buenos resultados para XOA, que irán puliendo más detalles y detalles que mejorar con la esperanza de que lograrán que este tipo de experiencias se repitan constantemente y seamos testigos de las muchas maneras de apreciar la cocina tradicional fusionada con la cocina contemporánea.
Sólo queda esperar la siguiente presentación de estas cenas incógnitas y si tienen oportunidad, no pierdan su lugar en esta mesa.